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JAMES E. PADGETT
 

El Sr. James Edward Padgett nació el 25 de agosto de 1852, en  Washington, D.C. y cursó en el Instituto de la Academia Politécnica en New Market, Virginia.  En 1880 fue admitido a la barra en Washington, D.C., y desde entonces practicó leyes durante 43 años hasta su fallecimiento, el 17 de marzo de 1923.  Durante sus años estudiantiles, sostuvo una amistad con el Profesor Joseph Salyards, instructor en la Academia, quien, después de su muerte en 1885, le escribió varios mensajes interesantes. 
 
Su esposa, Helen, falleció alrededor de febrero de 1914, y fue la primera en escribirle desde el mundo espiritual.  Padgett  nunca practicó el don de médium como un medio de lucro.  Se dedicó enteramente a la recepción de mensajes de gran  importancia firmados por Jesús, así como de varios de sus discípulos. 
 
  MI TESTIMONIO
(Por El Dr. Leslie R. Stone)
 
  Este testimonio es el resultado de muchas preguntas que han surgido, a partir de la publicación de Volúmenes I y II de los Mensajes de Jesús y Espíritus Celestiales, que imprimí por primera vez en 1940, y que han pasado por tres ediciones desde entonces.  En la publicación de esta cuarta edición del Volumen I, estoy integrando todas aquellas preguntas de lectores interesados, dentro de un nuevo testimonio, que mostrará la forma en que el Sr. Padgett pudo realizar el trabajo de recibir estos mensajes extraordinarios.  Relata cómo conocí al Sr. Padgett y mis razones para creer que él podía, en efecto, recibir mensajes, no meramente del mundo espiritual, sino de los más grandiosos espíritus de los Cielos Celestiales, cuyo Maestro es Jesús de Nazaret. 
  
Nací el 10 de Noviembre de 1876 en Aldershot, Hampshire, Inglaterra, el décimo de trece hijos.  Allí atendí la escuela pública y luego completé cursos en la Escuela Gramatical de Farnham, Surrey, fundada por el Rey Eduardo VI.  Después, trabajé en la tienda de talabartería de mi padre, William Stone, en Aldershot, y luego en Londres.  Cuando el negocio empezó a decaer, emigré a Toronto, Canadá, en 1903.  En esa ocasión, mi madre, quien era una gran creyente en la oración, pidió al Padre Celestial que le hiciera saber cuál era Su voluntad; su respuesta fue que yo debiera ir.
 
En una ocasión, estando en Toronto, me llamó la atención el anuncio de una reunión espiritualista.  No habiendo participado anteriormente en una de éstas, sentí curiosidad y fui.  La médium, quien daba mensajes desde la plataforma, me señaló y dijo:  “su padre, quien dice ser William Stone, está aquí, y está muy contento de poder saludarle”.  La médium entonces describió a mi padre, tal como yo lo había conocido.  El jamás había estado en el Nuevo Mundo y había fallecido cuando yo tenía apenas siete años de edad.  Bajo las circunstancias, difícilmente podría ésta mujer dar esta información, de no haber tenido contacto directo con el espíritu de mi padre. 
 
Después de esta experiencia, empecé a leer varios libros acerca de espiritualismo, tales como “Revelación Divina de la Naturaleza”, por Andrew Jackson Davis y también  “La Gran Armonía”, del mismo autor.  Estos libros ejercieron un efecto profundo en mí, ya que la fe en las doctrinas religiosas que mi madre, una ferviente Bautista, me había inculcado, ya no eran de interés para mí, como fuentes de verdades.  Yo creía en la existencia de un gran mundo espiritual y en la comunicación entre mortales y espíritus.  Al mismo tiempo, sin embargo, confieso que el Espiritualismo, como era enseñado, no satisfizo totalmente los anhelos de mi alma.  No fue sino hasta conocer al Sr. James E. Padgett y haber leído los mensajes, los cuales estoy totalmente convencido provinieron de Jesús y de los Espíritus Celestiales, que sentí satisfacción de que, al fin, había llegado a conocer, realmente, las grandes Verdades religiosas y el camino hacia el Padre, y la unicidad con Él.
 
Transcurrieron once años, después de haber venido al Nuevo Mundo, antes de que yo conociera al Sr. Padgett. Guías espirituales me aconsejaron que fuera a Detroit. Aquí la producción de automóviles era tal que era imposible mantenerme en trabajos de talabartería, y otra vez, por consejo espiritual, me trasladé a Buffalo.  Aquí trabajé y estudié en un hospital por siete años y, finalmente, me gradué como enfermero. Sentí que este período de mi vida era muy importante, en el sentido de que inspiró en mí un interés en curación, que luego me indujo a estudiar la quiropráctica.
 
En Buffalo continuó mi interés en el Espiritualismo, y recibí otra prueba personal de la vida espiritual.  En una reunión Espiritualista, me senté al lado de una dama que resultó ser una médium.  Ella de repente, se dirigió a mí y dijo, “su madre está aquí con usted”  Yo respondí, “Usted debe estar equivocada, Señora.  Yo recibí una carta de mi madre muy reciente y ella goza de buena salud”.  La médium se encogió de los hombros y respondió,  “Su madre nunca vivió en este país.  Ella me dice que vivió en Inglaterra y que murió hace poco tiempo”. Prosiguió informándome sobre la supuesta causa de la muerta de mi madre, describió el funeral y mencionó los nombres de aquellos que habían asistido.  Me dijo que yo tenía una hermana, Edith, de quien recibiría una carta confirmando lo que ella me había dicho.  La carta llegó, tal como la señora había predicho, y corroboró sus declaraciones.  Si yo haya tenido, entonces, duda alguna en cuanto a la veracidad sobre comunicación con espíritu, la perdí en ese momento. 
 
De hecho, avancé en el Espiritualismo al grado de entrar en trances, durante los cuales, estoy convencido haber visitado el mundo de espíritus.  Sé que me encontré con mi madre allí, una hermana Kate y un hermano Willie, quienes habían fallecido en 1908.  Sabía que estaba en mi cuerpo espiritual y que había dejado mi cuerpo mortal; y, de hecho, no tuve ningún deseo de volver a él, pero mi madre y hermana insistieron en que, yo tenía que llevar a cabo una labor espiritual en la tierra y que no podía permanecer en el mundo espiritual, hasta que yo cumpliera esa labor. 
 
Yo podría continuar relatando muchas experiencias interesantes y curiosas de las que fui privilegiado en el mundo espiritual, pero ésta no es la ocasión para ello, y procederé con la narración.  Durante mi trabajo en el hospital, había adquirido un interés en la quiropráctica y, por sugerencias de espíritus que me transmitían mensajes a través de médiums en Lily Dale, New York, estudié en el Colegio de Quiropráctica de Palmer Gregory en la Ciudad de Oklahoma, y me gradué en 1912, después de un curso de dos años.  Poco tiempo después, fui Practicante licenciado en Washington, D.C.   Allí recordé el nombre de una Señora Bartholomew, una médium de trompeta, y de un Señor Pierre Keeler, un médium de escritura en pizarra, a quienes había consultado al estar en Lily Dale. Fue a través del hermano de este caballero que pude obtener una fotografía del espíritu de mi alma gemela, Mary Kennedy.  Me referiré luego a esto, con más detalle.
 
Al graduarme, fui a Philadelphia con el propósito de abrir un consultorio, pero, al recibir mensajes de varios de mis parientes en el mundo espiritual, a través de una médium llamada Señora Bledsoe, abrí, en su lugar, un consultorio en el malecón de Atlantic City.  Debo indicar que tuve éxito, y fui instrumental en la restauración de la salud de muchos pacientes.  Recuerdo muy distintivamente, un periodiquero de unos nueve años de edad, cuyo nombre era George Hutton.  El sufría de parálisis en las extremidades inferiores debido a polio, y usaba muletas para balancear sus piernas.  Ofrecí tratar a este muchacho sin costo alguno, a lo cual consintió su madre.  El muchacho pudo caminar nuevamente sin el uso de sus muletas en dos tratamientos,  y un osteópata y M.D., el Dr. Walton, vino a verme sobre ello.  “Hoy vi caminar al periodiquero sin sus muletas”, dijo él,  “y me dijo que usted lo había tratado.  Vine a averiguar si esto es así”. Luego llegó George y confirmó la curación.  Siempre he presentido que en el caso de esta curación, al igual que muchas otras, que aquí no puedo mencionar, se debieron a fuerzas espirituales operando a través de mí. 
 
Aunque me mantuve ocupado en mi consultorio en el malecón durante los meses del verano, en el otoño el negocio disminuyó tanto, debido al cierre de hoteles y salida de gente, que me vi obligado a buscar otra ubicación. Fui, de nuevo, a Philadelphia y consulté a la Señora Bledsoe quien, a través de su contacto con espíritus, me aconsejó que fuera a Washington, D.C. 
 
Llegué allí en noviembre de 1912 y abrí un consultorio en la calle 14, N.W.  Aquí me encontré, por casualidad, con un caballero a quien había conocido en Lily Dale.  Su nombre era William Plummer, de Frederick, Maryland.  El me visitó en mi oficina y dijo que estaba interesado en obtener una copia de  “Fue Abraham Lincoln un Espiritualista”  por Nettie Maynard Colburn.  Quería encontrar al dueño de la propiedad literaria, porque deseaba reimprimir el libro.  En su búsqueda, encontró el nombre de un Sr. Rollison Colburn de Takoma Park, pero fue informado que este último no tenía parentesco con la escritora. La búsqueda, sin embargo, no fue totalmente infructuosa, porque los Rollison Colburns demostraron interés en Espiritualismo y un interés común entre ellos se convirtió en una amistad cercana. 
 
Conocí a los Colburns a través del Sr. Plummer.  Me parecían muy amables y afables, con gran interés en experiencias psíquicas.  Fue por medio de su hijo, Arthur Colburn, que oí por primera vez de los mensajes que eran recibidos por el Sr.  Padgett.  Fui presentado a él en su oficina en el Edificio Stewart, Calle 6ta y D,  N.W., donde practicaba leyes.  Esto fue a principios del otoño de 1914, cuando todo el mundo estaba agitado por el gran conflicto que había emergido en Europa.  Algunas personas pensaron que el período anunciando el fin del mundo, había llegado y que Jesús mismo se aparecería en este “tiempo final”.  Para mi, ello fue el fin de mis recorridos y búsqueda espiritual. 
     
Estos mensajes de Jesús y Espíritus Celestiales recibidos a través de la mano de James E. Padgett son tan extraordinarios en concepto y contenido (afirmando, como lo hacen, traer a la humanidad las más altas enseñanzas espirituales de Jesús, como una revelación trascendental del mundo espiritual) que es indispensable que yo, como editor y firme creyente en las Verdades contenidas en estos mensajes, provee a los lectores interesados, y para una futura referencia, alguna información de primera mano, con respecto al hombre, por cuyo conducto estos mensajes fueron recibidos, y cómo fue habilitado y elegido para recibir estas comunicaciones asombrosas. 
 
A este punto debo indicar que estuve, muy a menudo, en la habitación del Sr. Padgett cuando él recibía estos escritos, y que soy testigo ocular de su formación y desarrollo, como el médium por excelencia, por medio del cual las Verdades del Padre Celestial y de la vida en el mundo espiritual, así obtenidos, llegaron a la humanidad.  
 
Mi primer contacto con el Sr. Padgett fue en septiembre de 1914.  Al principio, me interesé en él por su fina caballerosidad y, lo que, para mi era también importante, era un médium genuino.  Entablamos una amistad sobre las bases de Espiritualismo y mediumnidad y esto se convirtió en un lazo que, además de nuestro mutuo respeto y amor fraternal que creció rápidamente en el transcurso del tiempo, nunca fue quebrantado en esta vida, hasta su fallecimiento el 17 de marzo de  1923.  Estoy convencido de que este lazo continúa existiendo entre nosotros; el alma de él - envuelta en su cuerpo espiritual, y la mía – todavía en su atavío mortal. 
 
El Sr. Padgett me invitaba a visitarlo regularmente en su hogar en la Calle 514 E,  N.W., Washington, D. C., donde, en el transcurso del  tiempo, conocí a Eugene Morgan y al Dr. Goerger.  Padgett me dijo que los mensajes que él recibía eran escritos de su esposa,  Helen, quien había fallecido al principio de ese año.  Ella le había escrito muchas cosas acerca de la vida espiritual que estaba viviendo, describiendo su experiencia al momento de su muerte, la esfera de su morada espiritual, su amor por su esposo terrenal quien, como había descubierto, entonces, era su alma gemela.  Luego de esto, muy a menudo estuve presente cuando continuaba recibiendo estos mensajes.  Llegaban en un rápido barrido de palabras conectadas que, obviamente, no dieron lugar a pensamiento por parte del escribiente y, de hecho, él, a menudo, insistía que no tenía idea clara de lo que escribía su lápiz, hasta que luego leyera los mensajes.  Fue de esta manera, entonces, como recibió, desde 1914 hasta 1923, unos dos mil quinientos mensajes, proviniendo muchos de ellos, sin la más leve duda de mi parte, de aquellos espíritus superiores, cuyas firmas fueron testimonio de las personalidades que representaban. 
 
Con mi interés en el Espiritualismo, como lo he tenido siempre, y en la posibilidad de comunicación del hombre con espíritus del otro mundo, le pregunté al Sr. Padgett cuáles eran las circunstancias que lo condujeron a esta actividad mediumnística.  Los hechos, como él me los relató, fueron los siguientes: Alrededor de unos seis meses antes de que yo lo conociera, él había participado en una sesión espiritualista conducida por una Sra. Maltby en Washington D. C.  Ella le informó que él poseía poderes psíquicos para recibir escritos automáticos de espíritus, y le retó a hacer el esfuerzo.  El, así hizo, y descubrió que su lápiz se movía automáticamente, produciendo lo qué él llamó “anzuelos” y “ganchos”.  Cuando esto continuó durante un corto tiempo, al fin, recibió un escrito al que pudo descifrar como un mensaje firmado por su esposa,  Helen.  Era una nota personal corta, indicándole que ella, a menudo, se encontraba presente con él en espíritu, y de lo alegre que estaba de poder escribirle en esta forma.  A este punto, el Sr. Padgett no creyó en la evidencia de los escritos, de que su esposa fallecida había, en efecto, comunicado con él.  De hecho, él quería saber qué prueba podía ella ofrecer, o que hubiese, para demostrar que un espíritu había, en verdad, escrito y, de ser así, si ese espíritu era realmente Helen.  El escrito que siguió proporcionó incidentes en sus vidas, que solo podía ser del conocimiento de ellos dos.
 
Padgett pensó, incluso, que hasta esto podía ser explicado como material que provenía de su propia mente, como bien pudo haberlo sido, a excepción de que los escritos llegaron demasiado rápido para que su mente haya podido formular pensamiento alguno, y los mensajes insistían en que no era su mente, sino la de ella que estaba operando, enfatizando sobre su amor por él, y la felicidad que ella podía obtener al estar con él. 
 
Con su interés en el Espiritualismo, sumamente despierto por estos extraños escritos, y ansioso por tranquilizar su mente, empezó a leer libros sobre la materia.  Recuerdo que leyó “Inmortalidad” de J. M. Peeble, y su asistencia frecuente a sesiones espirituales.  Allí le explicaron que los espíritus, si se les da la oportunidad y bajo condiciones adecuadas, pueden comunicarse con mortales y que, aparentemente en el caso de él, los escritos que él cuestionaba provenían de su difunta esposa.  Le aconsejaron que siguiera recibiendo mensajes mientras aprendía más acerca del mundo espiritual.  Entre aquellas cosas que aprendió fue que, el alma tiene su compañero y que la vida en espíritu, contrario a lo enseñado por las religiones ortodoxas, era una de constante progreso a través de varios reinos del universo espiritual. 
 
Al final de uno de estos escritos, le preguntó a ella en qué plano o esfera se encontraba.  Recibió la respuesta de que vivía en uno de los planos de la segunda esfera donde existe cierta cantidad de luz y felicidad, pero que ella no tenía ningún deseo de avanzar a otras esferas porque, en ese entonces, le era muy fácil hacer contacto con él en el plano terrenal y escribirle, controlando su cerebro y mano.  Padgett me contó que él podía sentir su presencia intensamente, que producía en él un sentimiento de felicidad, que le era ajeno, excepto cuando ella escribía. 
 
Padgett me confió su deseo de que Helen progresara y que así le había dicho.  El le informó que, por medio de sus propios estudios espirituales, sabía que ella podía avanzar hacia esferas superiores e incrementar su felicidad, como espíritu.  Helen respondió que averiguaría con la abuela de él, Ann Rollins, quien había estado por mucho tiempo en el mundo espiritual, acerca de  los pasos necesarios para progresar a esferas superiores y más brillantes. 
 
No sé porqué Helen acudió a la abuela de su esposo para consejo en el mundo espiritual.  Muchos de los primeros mensajes del Sr. Padgett fueron destruidos porque eran de índole tan personal que él no deseaba que otros conociesen su contenido.  Pero sé, de hecho, que la afinidad entre espíritus en el otro mundo se debe a la  afinidad del alma y no a ninguna relación que uno haya tenido en carne.  Y por lo que me ha contado el Sr. Padgett de su abuela, y a juzgar por los mensajes que ella le escribió posteriormente (algunos de los cuales he insertado en estos volúmenes), ella debió haber sido una mujer muy amable y cariñosa.  En todo caso, Helen después escribió acerca de su encuentro con Ann Rollins quien, ella dijo, era un espíritu muy glorioso habitando en los altos Cielos Celestiales.  Ann Rollins, como gran sorpresa para Padgett y para aquellos de nosotros que estuvimos presentes en ese momento, le había informado que el progreso espiritual a los reinos celestiales superiores, solo podía ser logrado a través de oración al Padre Celestial por Su Amor Divino, con sinceros anhelos del alma.  En adición, la madre de Padgett, Ann R. Padgett, también en el mundo espiritual, escribió por medio de su hijo corroborando esta información.  Ambos espíritus fueron, así, instrumentales en dar a  Padgett (y a aquellos, como yo, que solían estar presentes durante estos escritos), el conocimiento de que el progreso del alma a los Cielos Celestiales se logra únicamente con oración a Dios por Su Amor Divino. 
 
Estas sesiones, llevadas a cabo para obtener escritos de Helen, se convirtieron en un canal a través del cual se había inyectado una nota religiosa profunda, reemplazando el material personal.  Del gran número de mensajes escritos por Helen durante ese tiempo y que se encuentran en mi posesión, podíamos seguir su rápido progreso a las esferas superiores.  Helen siguió el consejo de estos espíritus elevados y oraba; y encontró que sus oraciones por el Amor del Padre fueron contestadas y que Ello entró en su alma de manera tal, que causó una purificación de sus deseos y pensamientos, con el correspondiente cambio en su alma y apariencia espiritual.  Dijo que su cuerpo espiritual, reflejando la condición cambiante de su alma, se volvió etéreo y más brillante.  Luego escribió que había ascendido a la Tercera Esfera, donde la felicidad era mucho mayor.
 
Poco después, sugirió que, en vista de que ella había cumplido con los deseos de Padgett, y había podido progresar a una esfera superior, era propio que Padgett intentase mejorar su condición de alma también.  De hecho, sugirió que debiéramos todos hacer lo mismo.  Ella expresó que, ya que el alma es la misma, ya sea en la carne o en el cuerpo espiritual, podría ser transformada mediante oración al Padre por Su Amor Divino.  No por oraciones comunes intelectuales que salen de la mente, sino del corazón y del alma. 
 
Padgett se rehusó a dar crédito a esta información.  Los espíritus insistían en que, como habitantes de los reinos superiores, poseían conocimiento de esta sagrada verdad, y que el mismo Jesús, siempre interesado en traer las verdades a la humanidad, vendría a corroborar sus afirmaciones, si Padgett le diese la oportunidad. 
 
No sé exactamente cuándo fue recibido el primer mensaje firmado “Jesús de la Biblia”, puesto que yo, al escribir esto, más de cuarenta años después, no puedo recordar la fecha.  Padgett, evidentemente pensó que era absurdo creer que Jesús le hubiese escrito y, desafortunadamente, desechó el mensaje.  Es más, el Sr. Colburn, quien hasta ese momento había formado parte de nuestra fraternidad, declaró: “él no pudo ser persuadido a creer que Jesús había realmente escrito”.  Sin embargo, sus amigos, el Dr. Goerger, el Sr. Morgan y yo tuvimos una sensación instintiva que había sido un mensaje genuino de Jesús.  El mensaje más antiguo, supuestamente de Jesús a Padgett, y que tengo en mi poder, está fechado el 28 de septiembre de 1914, y hace referencia a un mensaje anterior, escrito pocos días antes.  Es un  mensaje largo, exhortando a Padgett a orar por el Amor del Padre, y declarando que ciertos pasajes en el Nuevo Testamento, en los cuales Padgett plenamente creía, eran falsos.  El Maestro continuó diciendo que él, ni era Dios, ni había sido engendrado por el Espíritu Santo, de la manera como fue enseñada por los predicadores de las iglesias.  “Tampoco es Dios, únicamente un espíritu, un espíritu de mente.  Él es un Espíritu de todo lo que pertenece a Su Ser.  Él no sólo es Mente, sino Corazón, Alma y Amor”.  El mensaje exhortó a Padgett:  “Acude a tu  Padre por Su ayuda.  Acude en oración, firmemente creyendo, y pronto sentirás Su Amor en tu corazón”.
 
Padgett estaba dudoso.  Aún cuando no tenía certeza por completo de la autenticidad de los espíritus de la familia, sintió la necesidad de preguntar si Jesús realmente había escrito.  En el Volumen II, publiqué algunos de los mensajes que recibió de Helen, Ann Rollins, su madre y su padre, John Padgett, todos corroborando que Jesús había escrito.  También encontrarán en este Volumen II, páginas 1 al 5, algunos de los primeros mensajes que él recibió del Maestro. Le dicen a Padgett que tenga fe que él es Jesús y lo exhortan a orar, pero son simplemente de índole preparatoria, y no tienen los maravillosos contenidos e información que le llegaron, cuando Padgett había alcanzado esa condición de alma que le capacitara para recibirlos. 
 
A este punto, tanto para el Sr. Padgett, como para mí, fue inevitable comprender que tales mensajes no pudieron ser, ni remotamente, el producto de su propia imaginación.  El había sido, como descubrí, un Metodista Ortodoxo, y durante muchos años enseñó en la Escuela Dominical en la Iglesia de la Trinidad Metodista (Calle 5ta. y Seward Place, N.E.) en Washington, D. C.  Su concepto de doctrina religiosa fue sencillamente aquello que emanó de esta iglesia Protestante.  Este punto de vista sobre el progreso del alma era contrario a lo que le habían enseñado.  No tenía ninguna idea sobre el Amor Divino, en contraste al amor natural, o lo que pudiera ser, y se dio cuenta de que tal concepto era ajeno a su manera de pensar, y que no pudo haber sido producto de su propia mente.  Por lo tanto, se convenció, y yo estuve de acuerdo con él, de que estos escritos provinieron, en realidad, no solamente de Helen, Ann Rollins, su madre y espíritus de personas fallecidas, pero del propio Maestro.  Decidió seguir aquellas instrucciones las cuales, él mismo, nunca había entretenido, y que por este simple hecho, han tenido que haber provenido de una inteligencia externa que se comunicaba con él de esta manera. 
 
Él - debo decir, nosotros - empezamos a orar por el Amor Divino, enviando las aspiraciones de nuestras almas al Padre Celestial, y con el tiempo experimentamos una sensación radiante e involuntaria en la región de nuestros corazones.  Sentimos crecer esta emoción, cada vez más fuerte con nuestras continuas oraciones fervientes, y, a medida que hacíamos esto, nuestra fe en Dios se hizo más sólida y absoluta.  Nunca antes, él o yo, habíamos sentido tal convencimiento de la existencia real del Padre y de Su Amor Divino y misericordia.  El frío concepto intelectual que teníamos de Él, había sido transformado, mediante oraciones por Su Amor, a una calurosa y radiante sensación viviente de cercanía y unicidad con el Padre Celestial, cuyo Amor y misericordia y bondad, podíamos sentir que eran personal y reales. 
 
El cambio de perspectiva de Padgett hacia el Padre Celestial, mediante el influjo de Su Amor, motivó un mensaje de parte de Ann Rollins.  El mensaje reconoció el efecto que este Amor Divino estaba ejerciendo sobre el alma de él, siendo ahora un receptáculo para un poco de la esencia de la Naturaleza Divina del Padre.  También comentó sobre el progreso de Helen a esferas superiores.  Helen, dijo ella en su mensaje, era ahora un espíritu mucho más feliz, y que su cuerpo espiritual brillaba con un resplandor producido por el Amor del Padre en su alma. 
 
Mensajes tras mensajes continuaron, ahora de parte de Helen, Ann Rollins y, sobre todo, de Jesús, alentando a Padgett a seguir orando para obtener más del Amor del Padre.  Como médium, era posible que él  fuera utilizado para transmitir mensajes de los espíritus celestiales de orden más alto. ¡Por fin, escribió el propio Jesús indicando que, en virtud de que Padgett tenía la habilidad de recibir escritos de espíritus, si ocurriese la transformación suficiente del cerebro de Padgett,  mediante el desarrollo de su alma, obteniendo más del Amor Divino a un grado donde él podía recibir mensajes de una calidad alta, Jesús mismo y sus apóstoles vendrían a escribir a través de él, las verdades del Padre, de su misión en la tierra, sobre el Nuevo Testamento y el Cristianismo!  Solo ora y ora arduamente por el Amor del Padre, exhortaron los mensajes.   
 
El 5 de octubre de 1914 el Maestro escribió declarando que él había elegido a Padgett para hacer su trabajo de
diseminar las verdades del Padre a la humanidad.  Cito la última parte: 
 
“Acude al Señor en oración y Él removerá de tu alma todo lo que tiende a mancillarla y a hacerla ajena a Él.  Él es Quien la limpiará del pecado y error”. 
 “Solo las enseñanzas que te daré, dirán las verdades de mi Padre.  No permitas que tu corazón se preocupe o se desanime, porque estoy contigo siempre y te ayudaré en todo momento de necesidad.  Solo confía que soy Jesús de la Sagrada Escritura y que no estarás fuera del Reino por mucho tiempo.  Tú eres mi elegido en la tierra para proclamar mis buenas nuevas de vida y amor.  Sé fiel a ti mismo y a tu Dios y Él te bendecirá abundantemente.  Guarda sus mandamientos y serás muy feliz y pronto recibirás la satisfacción que Él le da a Sus hijos verdaderos.  Acude a Él con todas tus dificultades y encontrarás tranquilidad y paz.  Pronto estarás en la condición de dejar atrás las cosas de este mundo, puesto que te necesito para mi servicio. 
 Con todo mi amor y bendiciones y aquellos del Espíritu Santo, Yo soy 
 JESÚS." 
 
Padgett se convenció eventualmente de que estaba siendo preparado para una labor mediumnística, por medio de la cual grandes mensajes acerca de las verdades religiosas le serían entregados a la humanidad, a través de él.  Él oraba sincera y frecuentemente, y durante los próximos tres meses, no solo escribió Jesús, sino también muchos de los Apóstoles, especialmente Juan y Santiago, quienes le insistían que siguiera orando por el Amor del Padre, pero que el tiempo aún no había llegado para darle los grandes mensajes; el cerebro de  Padgett, mientras experimentaba un cambio en cualidad, no había alcanzado aún esa cualidad superior que permitiera la transmisión de comunicaciones de la índole que ellos proponían. Le exhortaron continuamente a pedir más del Amor del Padre, con oraciones a Él.  Muchas veces cuando me encontraba con él en su habitación, me decía: 
 
“Doctor, siento el Amor Divino en mi alma con tal intensidad, que no creo que pueda soportarlo más”.  Él decía que esto es lo que siempre experimentaba al orar por el Amor del Padre, antes de obtener mensajes de Jesús y de los Espíritus Celestiales.  Y puedo, con toda sinceridad, afirmar, aunque sólo sea con el propósito de corroborar sus experiencias, que éstas eran mis sensaciones también, aunque, quizás, en un grado menor.
 
Mientras recibía estos mensajes preparatorios, se le ocurrió a Padgett preguntar porqué Jesús lo había elegido a él para hacer esta labor y, específicamente, qué poder existía en el Amor Divino que le permitiría tener éxito.  Inevitablemente llegó la respuesta - de hecho, uno de Juan el Apóstol y otro de Jesús.  El mensaje de Juan, que se encuentra en el Volumen II, pp. 216-226, trata sobre las leyes de armonía en el mundo espiritual que permiten comunicación entre espíritus y mortales, y los mecanismos a través de los cuales el cerebro del mortal se acondiciona para recibir varios tipos de mensajes: intelectuales, morales y del alma.  Es un mensaje de gran importancia para aquellos que puedan estar interesados en desarrollar el don de médium, o en profundizar sus poderes mediumnísticos.  Pero la respuesta de Jesús es más directa.  El mensaje se encuentra impreso en el volumen I, pp. 2-5, y puede ser leído en su totalidad.  Pero, para resumir brevemente aquí, Jesús escribió que dos elementos eran necesarios, para que un médium genuino pudiera recibir los mensajes de las verdades del Padre, los que serían dados a conocer muy pronto. 
 
Primero, el médium tenía que tener fe absoluta que los espíritus de los Cielos Celestiales, habitantes del Reino de Inmortalidad de Dios, eran seres reales que podían, si el médium alcanzara cierta condición de alma, controlar, en efecto, su cerebro y escribir a través de él.  Si el médium no tuviera esta fe en su corazón, entonces, los espíritus celestiales no podrían establecer contacto alguno con él.  En segundo lugar, el médium debe estar dispuesto a someterse a las condiciones impuestas por los espíritus: tendría que obedecer las instrucciones de los espíritus y orar al Padre para su Amor Divino, puesto que sólo este Amor tiene el poder para transformar el cerebro del médium de manera tal, que pudiese sintonizarse con los pensamientos de los espíritus, y esta transformación del cerebro sólo puede ser lograda con el desarrollo de su alma.  Mediante la oración, dijo Jesús, el influjo del Amor del Padre en el alma, transforma el alma de la imagen de Dios (como fue creado el hombre) en la Esencia de Dios, para que ya no existiese el pecado y error en el alma humana. Y el cerebro del mortal, así purificado de pensamientos materiales, y manifestando en sus pensamientos la condición de su alma transformada, podría lograr esa condición que armonizara con  la condición del alma de los espíritus, permitiéndole, de esa manera, captar sus pensamientos. 
 
Esta era la importancia del Amor Divino.  Padgett, en resumen, tuvo que lograr, con oración al Padre, una condición de alma acercándose, hasta cierto grado, a aquella de los espíritus celestiales, a fin de que su cerebro pudiese recibir sus mensajes. La oración tenía que ser constante, pues, de lo contrario, nuevos pensamientos del plano terrenal y de índole material, volverían, naturalmente, a imponer su dominio, y el Amor y la elevada condición del alma llegaría a ser inactivo.  De este modo, dijo Jesús, Padgett no había sido elegido por alguna bondad en particular que tuviese, o libertad del pecado, comparado con otros mortales, puesto que habían muchos otros más adecuados y de una condición espiritual superior a aquella de él, sino por su fe que Jesús podía comunicarse y su buena voluntad de obedecer a los espíritus y orar por el Amor Divino para una transformación de su alma, a fin de que las condiciones para recibir estos mensajes se lograran.
 
Además, declaró Jesús, él había intentado por muchos siglos en el pasado de escribir, así, sus mensajes, y que había encontrado muchos médiums, mucho mejor dotados que Padgett, pero, porque pensaban que Jesús era Dios, o que pensaban que era imposible que Jesús escribiera, o por sus creencias y dogmas religiosas, se habían negado a someterse a las sugestiones de los espíritus. Y, puesto que el hombre fue dotado por su Creador con un libre albedrío, Jesús y los espíritus celestiales no podían obligarlos a someterse a una tarea a la cual se oponían, y en cuya eficacia no estaban convencidos.  Por estas razones, indicó Jesús, ningún otro, a excepción de Padgett, pudo ser elegido. 
 
El Sr. Padgett ahora estaba plenamente convencido de que lo que él recibía, no sólo era de los Espíritus Celestiales, sino del mismo Maestro.  Pienso que es interesante indicar que, no solo confió sus creencias a sus amigos, tales como yo, Eugene Morgan y el Dr. Goerger, pero con audacia escribió acerca de ellas.  Tengo en mi posesión copia de una carta que él escribió a un Dr. George H. Gilbert, Ph.D., D.D., quien había publicado un artículo titulado “Cristianizando la Biblia” en la edición de noviembre de 1915 de Mundo Bíblico.  Este artículo, que he leído, atribuye menos importancia al Viejo Testamento y su énfasis sobre un Jehová severo y castigador, y más atención a las enseñanzas del Nuevo Testamento y a los dichos de Jesús.  No existía ninguna indicación del Amor Divino en el artículo del Dr. Gilbert, lo cual fácilmente puede descubrir, cualquier persona que procurase una copia del mismo en la Biblioteca del Congreso (o cualquier otra biblioteca que la tenga).
 
La carta del Sr. Padgett, que está impresa en ciertos pasajes en el Vol. II, la estoy incluyendo nuevamente, ahora en su totalidad.  Explica que, por mucho tiempo, él se rehusaba a creer en el contenido u origen de los manuscritos, ya que, con su mente legalista, sólo aceptaba la más concreta evidencia como prueba, pero que estaba final y plenamente convencido de las Verdades de los mensajes y de la fuente de donde provinieron.  He aquí: 
 
28 de Diciembre de 1915. 
 Dr. Gilbert De George H., Ph.D., D.d.,
 Dorset, Vermont. 
 ESTIMADO SEÑOR: 
 Espero que usted me perdone por escribirle como aquí haré, ya que, su evidente interés voluntario sobre cierto tema y mi interés involuntario en el mismo ofrecen la única excusa.  He leído su artículo, “Cristianizando la Biblia” en la edición de noviembre de Mundo Bíblico, y estoy muy impresionado con el mismo, no sólo por sus méritos inherentes, pero, porque sus exigencias y sugerencias son muy similares a aquellas que han sido hechas a través de mi, de una manera que, difícilmente, puedo esperar que usted le dé crédito; no obstante, someteré el asunto a usted, reconociendo su derecho a considerar su contenido indigno de su seria atención. 
 
Primero, permítame establecer que soy abogado con 35 años de práctica y como tal, no inclinado a aceptar alegatos de hecho como cierto, sin prueba evidencial.  Nací y fui criado en una iglesia protestante ortodoxa y, hasta muy recientemente, permanecí ortodoxo en mis creencias; que poco más de un año atrás, ante la sugerencia que me hicieran, de que yo era psíquico, empecé a recibir, vía escritura automática, mensajes de lo que se dijo llamar, mensajes del mundo espiritual y desde entonces he recibido casi 1500 de tales mensajes sobre muchos temas, pero principalmente sobre asuntos de naturaleza espiritual y religiosa, no ortodoxa, en cuanto a los errores de la Biblia. 
 
No tengo espacio para nombrar, ni probablemente estaría usted interesado, el gran número de los autores de estos mensajes, pero entre ellos está Jesús de Nazaret, de quien he recibido más de 100 mensajes.  Diré francamente que, durante mucho tiempo me negué a creer que estos mensajes vinieron de Jesús, porque Dios, mientras Él tenía el poder, como he creído, no se ocuparía en tal cosa.  Pero la evidencia de la veracidad del origen de estos mensajes llegó a ser tan convincente, no sólo por el gran número y precisión de los testigos, sino por los méritos inherentes e inusuales del contenido de los mensajes, que me vi obligado a creer, y ahora le digo a usted que creo en la verdad de estas comunicaciones, con tan poca duda como jamás había creído en la verdad de un hecho establecido por la evidencia más positiva en un juicio.  Además, deseo decir que, a mi propia conciencia, no hubo ningún pensamiento de mi parte al escribir los  mensajes.  No sabía lo que fuera a escribir, ni lo que fue escrito en ese momento, excepto la palabra que escribía el lápiz. 
 
El gran objetivo de estos mensajes de Jesús, como él escribió, es de hacer una revelación de las Verdades de su Padre.  Él afirma que la Biblia no contiene sus verdaderas enseñanzas como él las reveló mientras estuvo en la tierra; que muchas cosas que él dijo no están allí contenidas, y muchas, que allí se le atribuyen, no las dijo en lo absoluto.  Y él desea dar a conocer a la humanidad las verdades.  Y debo decir que, nunca antes había yo oído de muchas de estas verdades sobre las cuales él ya ha escrito, y he estudiado la Biblia hasta cierto punto.  Una cosa que, en particular, me impresionó es la verdad que él trajo a la luz sobre “vida e inmortalidad”. La Biblia no declara esto, y no he podido encontrar una explicación de ello en ningún comentario sobre la Biblia.  Pero suficiente ya de esto: Escribí esto solo para asegurarle a usted que actúo con seriedad al someter para su atenta lectura la copia de un mensaje que adjunto; y no lo haría, de no ser por el hecho que el mensaje hace comentario sobre su artículo y también sobre otro artículo en la misma edición de Mundo Bíblico. 
 
En la noche del 24 de diciembre de 1915, leí su artículo y la noche siguiente, la Noche de Navidad, recibí un escrito, copia del cual adjunto.  Usted observará que una parte del mensaje es de índole personal, pero pensé que era propio enviarlo tal cual me llegó.  Y aunque usted no creyera el origen del mensaje, quizás encuentre en su contenido algo para su consideración. 
 Confiando en que usted  perdonará mi intrusión, me suscribo 
 Muy respetuosamente,
 (s.)  JAMES E. PADGETT 
 
Unas cuantas noches después, un mensaje firmado “Jesús” comentó sobre la iniciativa del
Sr. Padgett de enviar una copia del mensaje, y se refirió a su carta al Dr. Gilbert:
 
 
28 de diciembre de 1915
 
“YO ESTOY AQUÍ, JESÚS: 
Vine esta noche a decirte que hiciste lo correcto al enviar el mensaje a la persona que escribió el artículo sobre el tema Cristianizando la Biblia, puesto que creo que él ahora lo apreciará en un buen grado.  Él no es un clérigo ortodoxo, sino predicador de una Iglesia Unitaria en una pequeña ciudad donde vive, y es un hombre de una mentalidad muy amplia. 
Quizás tenga algunas dudas en cuanto a la fuente del mensaje y no se sienta inclinado a aceptar como verdad tus declaraciones sobre cómo lo recibiste, sin embargo, sus dudas no serán del todo, de tal índole, que no pueda tener cierta vacilación en pensar que tal cosa, como tu recibimiento de mi mensaje, no pueda ser verdad.  En todo caso, estará interesado en el tema del mensaje y tendrá algunos pensamientos que nunca antes había entretenido. 
 
Me doy plena cuenta que cuando mis mensajes sean publicados, la gran dificultad en su aceptación será la duda de la gente en cuanto a su fuente, pero tendrás que completar el libro de tal forma que, el testimonio de los numerosos testigos sea tan convincente que la duda no podrá oponerse a la evidencia tan abrumadora del hecho de que yo soy el autor de los mensajes.  Y cuando los hombres lean los mismos, se darán cuenta que las verdades que contienen, solo pudieron haber provenido de una fuente superior, a la mente mortal, y que la mano del Padre está en ellos. 
Por lo tanto, continuaré escribiendo y tú recibiendo los mensajes y cuando llegue el momento de publicarlos, no temo de que no sean recibidos, con el tiempo, con alegría.  Muy pronto te escribiré otro que será de importancia para la humanidad.  Solo te diré, además, que estoy contigo tratando de ayudarte y a hacerte creer, con todo tu corazón, en el Amor Divino del Padre, en mi misión y en tu trabajo. 
 
Tu hermano y amigo, Jesús." 
A estas alturas, por supuesto, mis ideas originales sobre el Espiritualismo habían sufrido una transformación radical.  A la luz de los mensajes, el Espiritualismo ya no podía ser, sencillamente, un esfuerzo para probar a satisfacción propia, mediante sesiones repitiendo el mismo proceso y ritual, que el hombre sobrevive a la muerte y que su espíritu, aunque desprovisto de su vestidura carnal, podría aparecer desde su morada espiritual y dar evidencia de su existencia post-mortem.  Tanto Padgett como yo, vimos en el Espiritualismo, entonces, no simplemente una creencia en la vida después de la muerte y convicción en la comunicación entre mortal y espíritu, sino un gran universo de espíritus, buscando el progreso hacia la luz y felicidad, a través de la purificación de sus almas, y la posibilidad de la transformación de estas almas, mediante oración al Padre Celestial por Su Amor. 
 
Despojado estaba de mi creencia en vibraciones, inteligencia abstracta, fuerza cósmica, cuerpos astrales y otras parafernalias de un concepto desnudo y frío; el verdadero Espiritualismo tomó su lugar bien merecido como parte y parcela de esa sublime religión que afirmó que las almas vivían, con o sin la carne, y que estas almas podían ser transformadas de la imagen de Dios, como originalmente fueron creadas, a la misma Esencia y Naturaleza de Dios, mediante Su Amor Divino.  No tuve necesidad de seguir buscando.  Mi búsqueda de Dios había llegado a un final.  Había encontrado a Dios a través de los mensajes de Jesús y sus Espíritus Celestiales. 
 
Sobre este tema, un mensaje firmado por San Lucas, fue recibido el 5 de diciembre de 1915, en el cual se señalaba cuán limitado y estéril era el Espiritualismo, a menos que se le infundiera vida a través de la fe en el  Padre Divino y oración a Él por su Amor Divino y Misericordia.  Al realizar la primera impresión, me abstuve de insertar el mensaje de San Lucas, por temor a herir las susceptibilidades de  los Espiritualistas, puesto que fue a ellos a quienes acudí primero para la distribución inicial de los mensajes.  En esta cuarta re-impresión, sin embargo, he insertado el mensaje completo, porque su inequívoca señal de autenticidad apelará a los tantos Espiritualistas, quienes ahora han combinado sus verdades con las enseñanzas del Maestro sobre el Nuevo Nacimiento. 
 
Antes de concluir, deseo escribir sobre mi alma-gemela, Mary Kennedy, y sobre algunos nuevos mensajes a través de Padgett, que estoy insertando en el Volumen I.  Estos mensajes incluyen dos de Jesús, el de San Lucas mencionado anteriormente, otro de Elohim, miembro del Sanedrín que condenó a Jesús en su juicio, uno de Helen y dos de Mary.  Estoy añadiendo también fotografías de Mary, como fue materializada en el estudio del Sr. William Keeler, hermano de Pierre  Keeler, quien, como dije antes, era un médium de escritura en pizarra que conocí en Lilly Dale.  Las fotografías fueron tomadas en Washington, D. C. en Febrero de 1920 donde yo, sentado en una, aparece ella serena y tranquila, con ciertas luces espirituales alrededor de su cabeza y parcialmente a través de mi cuerpo.  Tal iluminación ocultó la corbata negra que yo llevaba puesto en ese momento. Sí, mi Mary es un espíritu glorioso y viviente en los Cielos Celestiales.  He recibido muchos escritos de ella a través del Sr. Padgett y más recientemente, a través de un asociado mío.  Espero que ustedes disfruten de los mensajes de ella. 
 
Los mensajes adicionales de Jesús incluyen uno recibido el 25 de diciembre de 1914, justamente antes de escribir los grandes escritos formales.  Otro, fechado el 15 de diciembre de 1915, declara que, debido al Amor que yo había obtenido y mi deseo de ayudar a propagar las Verdades del Padre, yo había sido elegido por Jesús para llevar a cabo un trabajo para el Reino.  Esto eventualmente resultó ser el trabajo de publicar los mensajes de Padgett.  He dedicado mi vida entera, desde entonces, a ellos y a continuar la labor del Maestro de diseminar las Verdades a la  humanidad.  Siento que he hecho un inicio, en el curso de mi vida, y que el trabajo será continuado por mis asociados y amigos en todas partes del mundo. 
 
DR. LESLIE R. STONE