Verdad Para Toda La Gente

Entonces, el único camino al Reino Celestial es a través del Nuevo Nacimiento, y ese nacimiento es traído a los hombres sólo por el influjo y operación de este Amor Divino, y, sea o no que un hombre experimente este nacimiento, dependiendo de la iniciativa del mismo hombre, surge la pregunta: ¿cómo o de qué manera puede un hombre obtener este Amor Divino y este Nuevo Nacimiento y el Reino Celestial?  

Y porque el camino es tan fácil y sencillo, es posible que los hombres duden de la veracidad de mi explicación, y continúen creyendo y poniendo todas sus esperanzas en las doctrinas ortodoxas de la expiación vicaria – el derramamiento de la sangre, mis sufrimientos en la cruz y cargando todos los pecados del mundo, y mi resurrección de la muerte – doctrinas tan dañinas a la salvación de la humanidad, ya que carecen de veracidad o fundamento de hecho o efecto.

                               
El Único Camino Hacia el Reino de Dios en los Cielos Celestiales  
 
 
YO ESTOY AQUÍ.  Jesús.  
He venido esta noche, ya que deseo terminar mi mensaje, y espero que puedas recibirlo. 
Bien, para continuar.
 
He descrito el camino hacia el Reino de Dios en la tierra y en el mundo espiritual, y ahora describiré el único camino hacia el Reino de Dios en los Cielos Celestiales.  
Como he escrito anteriormente, cuando el hombre fue creado, además de haber sido dotado de aquellas cosas que lo hicieron el hombre perfecto, y en armonía con las leyes y voluntad del Padre, Él también le otorgó la potencialidad o privilegio de recibir el Amor Divino, siempre y cuando él lo buscase, por el único camino diseñado por Dios para obtenerlo.  Pero en lugar de abrazar este gran privilegio, el hombre fue desobediente y optó por ejercer su propia voluntad, y así lo hizo de tal manera, que condujo, no solo a su caída de la condición, del hombre perfecto como fue creado por Dios, sino también a la pérdida del gran privilegio de recibir este Amor Divino, privilegio que nunca le fue reotorgado hasta mi advenimiento y enseñanza acerca de ese reotorgamiento, y el camino verdadero para obtener este amor. 
 
AHORA, AQUÍ DEBE SER ENTENDIDO, LO QUE ERA Y ES, ESTE AMOR DIVINO, PUES, ES LO MISMO HOY DÍA, QUE LO QUE FUE CUANDO EL HOMBRE FUE CREADO EN LA IMÁGEN DE DIOS.  ESTE AMOR DIFIERE DEL AMOR NATURAL DEL HOMBRE, CON EL CUAL FUE DOTADO AL SER CREADO, Y QUE PERTENECE A TODO HOMBRE Y EL CUAL POSEEN TODOS, EN CONDICIÓN MÁS O MENOS PERFECTA. QUE EL AMOR DIVINO ES ESE AMOR QUE PERTENECE A, O ES UNA PARTE  DE DIOS, Y POSEE SU NATURALEZA Y SE COMPONE DE SU SUBSTANCIA, Y QUE CUANDO UN HOMBRE LO POSEE EN GRADO SUFICIENTE, LO CONVIERTE EN DIVINO Y DE LA NATURALEZA DE DIOS.  FUE LA INTENCIÓN DE DIOS, DE QUE ESTE GRAN AMOR FUESE RECIBIDO Y POSEÍDO POR TODO HOMBRE QUE DESEASE RECIBIRLO Y QUIEN HARÍA EL ESFUERZO DE OBTENERLO. 
 
El amor es lo que contiene, en sí, lo divino, lo cual el amor natural no contiene.  Sé, que muchos escriben y creen que todos los hombres, independientemente de la clase de amor que tengan en sus almas, poseen lo que llaman “la chispa divina”, que sólo necesita el desarrollo apropiado para que todo hombre sea divino.  Pero este concepto del estado del hombre en su condición natural, es totalmente erróneo, puesto que el hombre no posee nada de lo divino, y no podrá jamás, a menos que haya recibido y desarrollado en él, este Amor Divino. 
En todo el universo de Dios y creación de cosas materiales y espirituales, la única de sus criaturas que pueda tener en sí algo de una naturaleza divina, es aquel que haya poseído este Amor Divino.
 
La intención del otorgamiento de este amor fue, en su operación y efecto, transformar al hombre, del simple hombre perfecto al ángel divino, y crear, así, un Reino de Dios en las Esferas Celestiales, donde sólo puede entrar aquello que es divino y encontrar una morada.  Y debes entender, que depende del hombre mismo, en gran parte, establecer el Reino de Dios en la tierra o en el mundo espiritual, por lo tanto, también depende del hombre, en gran parte, establecer el Reino en los Cielos Celestiales.  Dios no establece ni establecerá este Reino Divino, mediante algún poder que Él pudiera ejercer, y si el hombre no hubiese recibido nunca este Amor Divino en su alma, no habría sido posible jamás la existencia tal Reino. 
Existe ahora un Reino en la Esfera Celestial, pero no completado, puesto que todavía está abierto y en proceso de formación.  Está abierto para la entrada de todo espíritu, y los hombres deben buscarlo por el único camino provisto por el Padre, y ningún hombre o espíritu será excluido de él, quien, con todo el anhelo de su alma, aspirare a entrar en ese Reino.
 
También debo decir que llegará el tiempo cuando este Reino Celestial será completado, luego del cual ni espíritu ni hombre podrá allí entrar; pues este Amor Divino del Padre será retirado nuevamente del hombre, como lo fue de los primeros padres, y el  único Reino, entonces, que será accesible al hombre será el Reino que existirá en la tierra, o el que ahora existe en el mundo espiritual. 
Entonces, cuál es el camino que conduce hacia este Reino Celestial? El único camino?  Pues, existe tan sólo uno! 
 
La observancia de los preceptos morales y la purificación de las almas de los hombre del pecado, siguiendo estos preceptos, no conducirán a este Reino, puesto que, como fácilmente se puede entender, la corriente no puede ser más alta que su fuente, y la fuente de las almas de los hombres, en un estado meramente purificado, es la condición del hombre perfecto –  esa condición que le pertenecía antes de su caída – y, por ende, el resultado de la observancia y el vivir de acuerdo a los meros preceptos morales y el ejercicio del amor natural en su estado puro, será la restauración del hombre a la condición del hombre perfecto – el hombre creado, quien no posee nada de lo Divino.  Pero esta condición restaurada del hombre, será tan perfecta y en armonía con la voluntad de Dios y Sus leyes que rigen a las más altas y perfectas de Sus criaturas, que el hombre será muy feliz.  Sin embargo, él seguirá siendo sólo el ser creado, sin nada más que la imagen de su Creador. 
Entonces digo; vivir en armonía con las leyes morales y ejercer este amor natural en su estado más alto y más puro hacia Dios y hacia su prójimo, no conducirán al hombre hacia el camino del Reino Celestial, pero el grado más alto de su realización será el Reino en la tierra o aquél en los cielos espirituales.
 
Y LA DISTINCIÓN Y DIFERENCIA EN LA NATURALEZA DE ESTOS REINOS DE AQUÉL DE LOS CIELOS CELESTIALES, AYUDARÁ A LA HUMANIDAD A COMPRENDER LA DIFERENCIA ENTRE LAS MISIONES DE LOS GRANDES MAESTROS Y REFORMADORES QUE ME PRECEDIERON EN SU TRABAJO ENTRE LOS HOMBRES, Y LA MISIÓN QUE FUI ELEGIDO A REALIZAR EN LA TIERRA.  LOS ANTERIORES NO PUDIERON HABER POSIBLEMENTE ENSEÑADO EL CAMINO HACIA EL REINO CELESTIAL, PUES, HASTA MI ADVENIMIENTO, NO FUE POSIBLE QUE EL HOMBRE OBTUVIERA ESTE AMOR DIVINO DEL CUAL ESCRIBO.   EL PRIVILEGIO NO EXISTÍA ANTES DE ESE MOMENTO, LUEGO DE HABERLO PERDIDO LOS PRIMEROS PADRES, Y NO EXISTÍA REINO CELESTIAL ALGUNO, EN EL CUAL LOS HOMBRES PUDIERAN ENCONTRAR SU HOGAR ETERNO. 
 
Entonces, repito, todas las enseñanzas morales en la historia del mundo no pudieron mostrar el camino hacia el Reino Celestial de Dios, y tampoco lo pueden ahora, pues la moralidad, como es entendida y enseñada por la humanidad y por espíritus y ángeles, no pueden dar al hombre aquello que es absolutamente necesario para transformar su alma a ese estado o condición que sea apta para entrar en este Reino del Padre, verdaderamente Divino.
 
Pero el camino a ello es simple y único y yo enseñé a los hombres ese camino cuando estuve en la tierra; y pudieron haber sido enseñados ese camino durante todos los siglos, desde que yo abandoné la vida humana; y debo decir que algunos han sido enseñados y han encontraron ese camino, pero comparativamente pocos, porque los mortales, cuya ostensible y clamada misión y privilegio de enseñar ese camino, es decir, los sacerdotes y predicadores y las iglesias, han omitido enseñar el mismo, y en su lugar, más bien, aunque con sinceridad y conscientes de su lealtad a Dios y de sus obligaciones hacia la humanidad, han enseñado sólo el camino al cual la observancia de los preceptos morales conduce a los hombres. Y todo esto, no obstante, la Biblia, en la que la mayoría de aquellos que profesan ser Cristianos creen que contiene mis dichos y enseñanzas, de hecho, señala este camino hacia el Reino Celestial. 
 
Las palabras son pocas y el camino es llano, y ningún misterio impide a los hombres comprender el significado de ello.  Cuando yo dije,  “A menos que un hombre nazca de nuevo, él no podrá entrar en el Reino de Dios”,  revelé el único y verdadero camino hacia este Reino.  Durante mi tiempo en la tierra habían algunos que entendieron esta gran verdad, y desde ese tiempo, hubo algunos que, no solamente entendieron esta verdad, sino que encontraron el camino y lo siguieron hasta alcanzar el objetivo, y ahora son habitantes de este Reino; pero la gran mayoría de los hombres –sacerdotes, maestros y gente – jamás comprendieron, y nunca han intentado encontrar el camino.  A su sentido espiritual, esta gran verdad ha sido, como dijéramos, una cosa oculta; y al leer o aún recitar la misma a sus oyentes, no le dan ningún significado especial, pero es tan sólo como uno de los preceptos morales, tal como "Ama a tu prójimo como a ti mismo”, al que tampoco le atribuyen mucha importancia, como a algunas de las otras instrucciones morales. 
 
Y así, a lo largo de las edades, desde que el gran Reino haya estado esperando a los hombres, ellos, aunque con toda sinceridad y amor hacia Dios, han buscado y, en mayor o menor grado, encontrado solamente el Reino del hombre perfecto, y han fallado en buscar y hallar el Reino del Ángel Divino. 
 
ENTONCES, COMO DIJE, CUANDO EL ALMA DEL HOMBRE POSEE ESTE AMOR DIVINO DEL PADRE, LA CONVIERTE EN DIVINA, EN SU SUBSTANCIA Y ESENCIA, LA MISMA DIVINIDAD DEL PADRE, Y SÓLO TALES ALMAS CONSTITUYEN Y HABITAN EL REINO CELESTIAL O DIVINO DE DIOS; Y ESTO, SIENDO ASÍ,  ES FÁCIL COMPRENDER QUE EL ÚNICO CAMINO HACIA EL REINO CELESTIAL ES AQUEL QUE CONDUCE A LA OBTENCIÓN DE ESTE AMOR DIVINO, QUE SIGNIFICA EL NUEVO NACIMIENTO; Y ESTE NUEVO NACIMIENTO ES LOGRADO MEDIANTE EL INFLUJO DE ESTE AMOR DIVINO EN LAS ALMAS DE LOS HOMBRES, PARTICIPANDO, ASÍ, DE LA MISMÍSIMA NATURALEZA Y SUBSTANCIA DEL PADRE, Y, POR LO TANTO, LOS HOMBRES DEJAN DE SER MEROS SERES CREADOS, Y SE CONVIERTEN EN ALMAS DE HOMBRES NACIDOS EN LA DIVINA REALIDAD DE DIOS.
 
Entonces, el único camino al Reino Celestial es a través del Nuevo Nacimiento, y ese nacimiento es traído a los hombres sólo por el influjo y operación de este Amor Divino, y, sea o no que un hombre experimente este nacimiento, dependiendo de la iniciativa del mismo hombre, surge la pregunta: ¿cómo o de qué manera puede un hombre obtener este Amor Divino y este Nuevo Nacimiento y el Reino Celestial?  Y porque el camino es tan fácil y sencillo, es posible que los hombres duden de la veracidad de mi explicación, y continúen creyendo y poniendo todas sus esperanzas en las doctrinas ortodoxas de la expiación vicaria – el derramamiento de la sangre, mis sufrimientos en la cruz y cargando todos los pecados del mundo, y mi resurrección de la muerte – doctrinas tan dañinas a la salvación de la humanidad, ya que carecen de veracidad o fundamento de hecho o efecto.
 
EL ÚNICO CAMINO, ENTONCES, ES SENCILLAMENTE ÉSTE: QUE LOS HOMBRES CREAN, CON TODA LA SINCERIDAD DE SUS MENTES Y ALMAS, QUE ESTE GRAN AMOR DEL PADRE ESPERA A SER OTORGADO A TODOS Y CADA UNO DE ELLOS, Y QUE, CUANDO ACUDEN AL PADRE CON FE Y ASPIRACIONES SINCERAS, ESTE AMOR NO LES SERÁ NEGADO.  Y, ADEMÁS DE ESTA CREENCIA, QUE OREN CON TODA LA SINCERIDAD Y ANHELO DE SUS ALMAS PARA QUE ÉL ABRA SUS ALMAS AL INFLUJO DE ESTE AMOR, Y QUE A ELLOS VENGA, ENTONCES, EL ESPÍRITU SANTO PARA TRAER ESTE AMOR A SUS ALMAS, EN TAL ABUNDANCIA, QUE SUS ALMAS SEAN TRANSFORMADAS EN LA MISMÍSIMA ESENCIA DEL AMOR DEL PADRE.
 
El hombre quien, así, crea y ore, jamás se sentirá desilusionado, y el camino hacia el Reino será suyo, tan certeramente como brilla el sol día tras día sobre el justo, al igual que el injusto. 
No hay necesidad de mediadores, ni oraciones o ceremonias de sacerdotes o predicadores, pues Dios llega al mismo hombre y oye sus oraciones y las contesta, enviando al Consolador, que es el mensajero del Padre, para llevar este gran Amor Divino a las almas de los hombres. 
 
De esta manera, he explicado el único camino hacia el Reino Celestial de Dios y a la divina naturaleza en el amor; y no existe ningún otro camino por el cual sea posible alcanzar este Reino y la conciencia cierta de la inmortalidad. 
Entonces, imploro a los hombres que mediten sobre estas grandes verdades, y al meditar crean, y al creer, oren al Padre por el influjo en sus almas de este Amor Divino, y al hacer esto, experimentarán creencia, fe y posesión y pertenencia de aquello que jamás les podrá ser retirado - no, ni en toda la eternidad.
 
ENTONCES, QUEDA A DISCRECIÓN DEL HOMBRE ELEGIR Y ENMENDAR SU DESTINO.  ¿SERÁ, ACASO, ESE DESTINO EL DEL HOMBRE PERFECTO O DEL ÁNGEL DIVINO? 
He finalizado y creo que recibiste mi mensaje como fue mi intención, y  estoy complacido. 
Ya no escribiré más ahora, y con mi amor y bendiciones, diré buenas noches.  
 
Tu hermano y amigo,
JESÚS
 

Despues De La Muerte, El Juicio. Qué es y Qué no es

 

YO ESTOY AQUÍ.  Jesús. 

Estoy aquí y deseo escribir unas cuantas líneas referente al gran día del juicio, sobre lo cual, muy a menudo, escriben los predicadores y maestros en materia de teología.  Sé que la Biblia, o más bien, en algunos de los libros, se enfatiza sobre este día en que, como afirman, Dios verterá su reserva de ira sobre los impíos y condenarlos al castigo eterno. 

Existen, como tú sabes, grandes y diversas opiniones entre estos hombres letrados en cuanto a cual es el sentido y significado de este día del juicio, y cuándo, desde un punto de vista cronológico, ocurrirá; y existen muchos estudiantes y maestros que abrazan y proclaman al mundo todas estas diversas opiniones como verdaderas y libres de dudas.
Bien, es seguro que todo hombre morirá y que vendrá el juicio, y aquello que sigue a la muerte es tan certero como lo es la muerte en sí, y tan razonable, como una causa es seguida por un efecto.  Entonces, los hombres no deberían tener ninguna dificultad en creer en el juicio como un hecho que no puede ser evadido, así como no puede ser evadida la muerte. 

Pero cuando se usa la palabra y el hecho “juicio”, como un efecto, o continuación a la muerte, puede tener varios significados, según las opiniones y entendimiento de diversos hombres, dependiendo de sus creencias en cuanto a temas religiosos o científicos o filosóficos.  Para el ultra-ortodoxo, este término “juicio” significa, y necesariamente involucra el pronunciamiento activo de una sentencia por Dios, a causa de, y determinado por sus modo de vivir y pensamientos durante la vida mortal, sin tomar en consideración ninguna de Sus leyes generales y la operación de estas. 

Dios es, Sí Mismo, el juez – personal y presente – y en esta capacidad, la vida y obras de cada hombre son conocidas y analizadas, formando la base de la sentencia que Él debe pronunciar en cada caso individual.  Dios lleva un registro de todas las acciones de los hombres, ó, si se le concede al hombre llevar su propio registro, su registro es, o será abierto o expuesto ante la vista, en el momento de la gran asamblea para el juicio, a fin de que nada sea perdido; y entonces, en base a este registro, los hombres serán enviados a la felicidad eterna o al castigo eterno, ó, como creen algunos, a la destrucción o aniquilación. 

Otros, no ortodoxos, quienes creen en la supervivencia del alma y la continuidad de la memoria de las acciones y pensamientos de los hombres, enseñan que el juicio le seguirá a la muerte como una consecuencia natural del funcionamiento de la ley de causa y efecto; y el efecto no puede ser evadido, hasta que, de alguna manera, llegue a la conciencia del hombre una comprensión de que el efecto, es decir, su sufrimiento, ha compensado la causa y que no existe nada misterioso o sobrenatural en la presencia y operación del juicio.  Ellos no creen que Dios, por alguna interposición especial o castigo personal, pronuncia el juicio o determina los méritos o desméritos del que es llamado a juicio. 

Además de estos puntos de vistas, existen otros en los que se cree, pero los dos que he mencionado son los principales y son suficientes para demostrar lo que la gran mayoría de los hombres pensantes, o más bien creyentes, concluyen lo que el término “juicio”, como es usado en la Biblia, debería significar, o ser entendido. 
Bien, el juicio del alma humana es un acompañamiento importante de la vida humana, tanto en carne como en el mundo espiritual, y, en lo que se refiere al castigo, difícilmente exista algo que merezca más atención y consideración de parte de los hombres, pues, es una certeza, sean ciertas o falsas sus creencias, que ellos no podrán evadirlo.  El juicio sigue, tan certeramente, a lo que los hombres llaman muerte, como la noche al día, y ninguna filosofía o dogmas teológicos o determinaciones científicas pueden alterar el hecho, o en alguna forma, cambiar el carácter u operación exacta de este juicio.

Pero el juicio no es algo que pertenece exclusivamente a la condición, o al período después de la muerte, ya que está presente y operando en los hombres desde el momento de encarnar en lo humano hasta que desencarnen, y de allí continuamente hasta que las causas de los efectos hayan sido satisfechas y no quede nada para ser juzgado, siendo un final feliz  un hecho también – puesto que todo hombre depende de su progreso hacia las condiciones de armonía con las leyes que, además de efectuar, pronuncia el juicio.  Estas leyes funcionan durante la vida en la tierra, y el hombre es continuamente juzgado por las causas que él inicia en su existencia, y el juicio después de la muerte es sólo una continuación del juicio recibido por los hombres en la tierra.

Por supuesto – los hombres quizás no lo saben –  estos juicios o sus efectos, son más intensos después de que los hombres se hayan liberado de las influencias de la existencia carnal, y se conviertan en espíritus, poseyendo sólo las cualidades espírituales.  Y debido a este hecho, los hombres deben entender y tratar de comprender, que la expresión “después de la muerte, el juicio”, tiene mayor significado y es de más importancia vital que el dicho - “el juicio está con los hombres durante toda su vida mortal”. 

Después de la muerte, las causas de la inarmonía con la ley son más marcadas, y aparecen en su verdadero sentido y fuerza, y, consecuentemente, siendo así, los efectos son más intensificados y comprendidos, y los hombres sufren más y se dan cuenta de la oscuridad, y a veces la horrenda oscuridad, que producen estos efectos.  La inarmonía aparece en su desnuda e inoculta realidad, y la operación de la ley impone sobre los hombres las penalidades exactas que sus trasgresiones exigen.

El hombre es su propio contador, y en su memoria están registrados todos los pensamientos y acciones de su vida terrenal que no están de acuerdo con la armonía de la voluntad de Dios, la cual es expresada o manifestada por Sus leyes.  El juicio no es cosa de un día o un tiempo determinado, pero nunca cesa, mientras que exista aquello sobre lo cual pueda operar, y disminuye en proporción, a medida que desaparecen las causas de la inarmonía. 
Dios no está presente en ira exigiendo, como lo hace el humano que cree haber sido injuriado, exigiendo reparación de aquel que causó la injuria.  No – el Padre está presente sólo en amor, y a medida que el alma que está sufriendo la penalidad, que sus propias acciones y pensamientos han impuesto sobre él, entra en más armonía con la voluntad del Padre, Él, como dicen ustedes mortales, se verá complacido. 

Nunca un Dios enojado, regocijándose en la satisfacción de que una penalidad esté siendo pagada por uno de Sus hijos descarrilados, pero siempre un Padre cariñoso, regocijado en la redención de Sus hijos de un sufrimiento que una violación a las leyes de armonía exige con certeza. 
Entonces, como yo digo, el día del juicio no es un momento especial cuando todo hombre debe reunirse en presencia de Dios, y sus pensamientos y acciones sean pesados en la balanza, y luego, según su bondad o iniquidad, recibir la sentencia que un Dios enojado o aún, justo, pronuncia sobre ellos.

EL DÍA DEL JUICIO ES TODO LOS DÍAS, TANTO EN LA VIDA TERRENAL DEL HOMBRE, COMO EN LA VIDA DE ESPÍRITU, DONDE OPERA LA LEY DE COMPENSACIÓN.  EN EL MUNDO ESPIRITUAL SE DESCONOCE EL TIEMPO Y CADA MOMENTO ES PARTE DE LA ETERNIDAD, Y CON CADA MOMENTO, SIEMPRE QUE LA LEY LO REQUIERA, LLEGA EL JUICIO, CONTÍNUO E INSATISFECHO, HASTA QUE EL HOMBRE, COMO ESPÍRITU, ALCANCE ESA CONDICIÓN DE ARMONÍA TAL, QUE LA LEY YA NO EXIJA MÁS JUICIO DE ÉL.

Pero de lo que he escrito, los hombres no deben suponer, o engañarse en un estado de creencia que los haga pensar que, porque no hay un día especial para el juicio cuando Dios pronunciará Su sentencia, el juicio, por lo tanto, no debe ser temida o, evitada.  No, este estado de pensamiento es un paliativo sólo por el momento, porque el juicio es certero, y no es, ni será menos temible, porque la ley inmutable exige la restauración exacta, y no un Dios enojado. 
Ningún hombre, quien haya vivido y muerto, ha escapado, y ningún hombre que ha de morir, puede eludir este juicio, a menos que él, por cierto camino provisto por el Padre en Su amor, logre la armonía con las leyes que requieren armonía. “El hombre cosecha lo que él siembra”, es tan verdadero como lo es el hecho de que el sol brilla sobre el justo y el injusto de igual forma. 
La memoria es el archivo del hombre, del bien y del mal, y la memoria no muere con la muerte física del hombre, sino por el contrario, se aviva aún más – totalmente viva  – y nada es dejado atrás u olvidado cuando el hombre espíritu se despoja del impedimento, y de las entorpecedoras y engañosas influencias del único cuerpo del hombre que fue creado para morir.

EL JUICIO ES REAL, Y LOS HOMBRES DEBEN ENFRENTARLO CARA A CARA, Y LA FALTA DE CREENCIA O INCREDULIDAD O  INDIFERENCIA O LA APLICACIÓN A LA VIDA DE LOS HOMBRES, DEL DICHO “BASTA A CADA DÍA SU PROPIO MAL” NO PERMITIRÁ A LOS HOMBRES ELUDIR EL JUICIO, O LA IMPOSICIÓN DE SUS DEMANDAS. 

Existe un camino, no obstante, en el que los hombres pueden transformar el juicio de la muerte en el juicio de la vida –  inarmonía en armonía – sufrimiento en felicidad –  y el juicio en sí, en algo deseable. 
En otra parte hemos escrito sobre este camino, abierto a todos los hombres, y no intentaré describirlo aquí. 
He escrito suficiente por esta noche.  Estás cansado y no debo continuar. 
Así, con mi amor diré buenas noches. 

Tu hermano y amigo,  JESÚS


La Importancia de la Oración A Fin de Desarrollar el Alma, y Las Obras Serán Realizadas  

 

YO ESTOY AQUÍ, Juan, Apóstol de Jesús.

Yo soy el apóstol, y no es necesario que me pongas a prueba como dijo tu amigo, pues ningún espíritu puede personificarme cuando yo estoy presente.
Por lo tanto, debes confiar en mí y tratar de recibir con fe, lo que yo he de escribir esta noche, y encontrarás que será de tu beneficio.
Vine, primordialmente, para decirte que he estado escuchando la conversación entre ustedes dos y la lectura del Sermón del Monte, dado a nosotros por el Maestro en los días de antaño, como se diría.

Cuando ese sermón fue dado, no estábamos en una condición de gran desarrollo espiritual, y no entendimos su significado profundo, y en cuanto su significado literal, pensábamos que no tenía propósitos en los asuntos prácticos de la vida.  Sé que la gente piensa que nosotros, en aquel tiempo, éramos muy desarrollados espiritualmente y que teníamos una comprensión de las grandes verdades enseñadas por el Maestro, superior a la que poseen ahora los hombres, pero te digo que esto es un error.  Éramos hombres comparativamente ignorantes, pescadores  por ocupación, y nuestra educación no era superior a la del hombre obrero común de ese tiempo, y cuando Jesús hizo el llamamiento para que fuésemos sus apóstoles, nos mostramos sorprendidos y vacilantes, tanto como tu, cuando se te declaró una misión similar.

Nuestro conocimiento fue adquirido con nuestra fe en las grandes verdades que el Maestro enseñó, y de nuestra observación de los grandes poderes que él manifestó, y también de la influencia del Gran Amor que poseía.  Pero la humanidad se equivoca al pensar que fácilmente entendíamos las grandes verdades que él enseñó.  Sólo después del descenso del Espíritu Santo sobre nosotros en  Pentecostés, que entramos en total armonía con el Padre, o que apreciamos totalmente las grandes verdades que el Maestro había enseñado.

Por supuesto, aprendimos muchas cosas que los hombres de aquel tiempo no conocían, y nuestras almas se desarrollaron en un alto grado, pero no lo suficiente para que llegáramos a un conocimiento del maravilloso significado de las verdades que causaron que los hombres fueran libres y  al unísono con el Padre.  En su conversación esta noche, ustedes discutieron el valor relativo de las oraciones y obras, y no estuvieron de acuerdo con el predicador, de que las obras son las grandes cosas que desarrollan el amor en el hombre y causa gran felicidad en el mundo, y que la oración no es de gran importancia.

Ahora permíteme, como espíritu y como un hombre que laboró y oró en la tierra, decir con una autoridad que surge de una experiencia y conocimiento real, adquiridos a través de la observación, que, de todas las cosas de importancia en la tierra para los hombres que persiguen la salvación y felicidad y desarrollo del alma, la oración es la más importante, pues, la oración logra, no sólo el Amor y bendiciones del Padre, sino la condición de mente y propósito que causará que los hombres hagan las grandes obras que el predicador les exhorta hacer.
La oración es lo que causa el otorgamiento del poder a los hombres, que les permite realizar todas las grandes obras que trae la recompensa al hacedor, y felicidad y beneficio a quien recibe las obras.

Entonces puedes ver, que los resultados nunca pueden superar la causa, pues, la causa, en este caso, no sólo otorga a los hombres la capacidad de hacer obras, sino también a amar y desarrollar su alma e inspirarlos con pensamientos buenos y puros.  Las obras son deseables, y en algunos casos necesarios, pero la oración es absolutamente imprescindible.  Por lo tanto, tu amigo y tu deben comprender y nunca dudar, que sin la oración, las obras de los hombres serían ineficaces para lograr el mayor bien que, incluso ahora, el hombre realiza para su prójimo.  Ora, y las obras serán realizadas.  Al realizar obras harán el bien, pero el alma no se beneficiará, pues Dios es un Dios que responde a la oración, a través de la ministración de Sus ángeles y mediante la influencia de Su Espíritu Santo, el cual opera en la parte interior o verdadera del hombre.

Me detendré ahora.
Con mi amor para los dos, soy su hermano en Cristo,

JUAN.


La Única Oración que el Hombre Necesita Ofrecer al Padre

 

YO ESTOY AQUÍ.  Jesús.  
Deseo expresar sólo unas cuantas palabras para el beneficio tanto tuyo, como de tu amigo*, y es que, he escuchado la conversación entre ustedes esta noche, y encuentro que coincide con la verdad; y la influencia del Espíritu está con los dos. 

Continúen en su línea de pensamiento y en oración al Padre, y además, en dar a conocer a otros, siempre que se presente la oportunidad, la importancia de buscar y obtener el Amor Divino. 

Como dijo tu amigo, la única oración necesaria, es la oración para el influjo de este Amor;  toda otra forma, u oraciones de aspiraciones reales, son secundarias, y, por sí mismas, no tienden a producir este amor en las almas de los hombres. 
Que tu oración sea como a continuación: - 
                    

 
 
LA ORACIÓN
 
Padre Nuestro que Estáis En El Cielo, Nosotros Reconocemos
Que Vos sois todo Divino, cariñoso y misericordioso, y que somos Vuestros
hijos, y no las criaturas serviles, pecaminosas y depravadas, que nuestros             
falsos maestros desean hacernos creer.
 
Que somos lo más grande de Vuestra creación y la más maravillosa de todas
Vuestras obras, y objetos del amor de Vuestra gran alma y más tierno amparo.
 
Que Vuestra voluntad es, que seamos Uno con Vos y que participemos de
Vuestro gran amor que nos habéis otorgado, mediante Vuestra misericordia
y deseo que seamos, en verdad, Vuestros hijos por amor, y no por el
sacrificio y muerte de ninguna de Vuestras criaturas.
 
Oramos para que Abráis nuestras almas al influjo de Vuestro amor y que,
entonces venga Vuestro Espíritu Santo, para traer a nuestras almas este,                    
Vuestro amor, en gran abundancia, hasta que nuestras almas se transformen
en Vuestra esencia misma; y que tengamos fe—tal fe, que nos haga
comprender que somos verdaderamente Vuestros hijos y Uno Vos en substancia   
misma, y no en imagen solamente.
 
Dadnos tal fe, que nos haga comprender, que Vos sois nuestro Padre y el
otorgador de todo don bueno y perfecto; y que sólo nosotros mismos
podemos impedir que Vuestro amor nos transforme de lo mortal, a lo inmortal.
 
No permitáis, jamás, que olvidemos que Vuestro amor espera a todos, y a cada
uno de nosotros, y que, cuando acudimos a Vos con fe y aspiraciones
sinceras, Vuestro amor jamás nos será negado.
 
Guardadnos en la sombra de Vuestro amor a toda hora y momento de nuestras
vidas, y ayudadnos a vencer toda tentación carnal y la influencia de
los poderes de los malvados que, tan constantemente, nos rodean y tratan de
desviar nuestros pensamientos de Vos, hacia los placeres y tentaciones de este mundo.
 
Damos gracias a Vos por Vuestro amor y el privilegio de recibirlo,
y nosotros creemos que Vos sois nuestro Padre, el Padre bondadoso, quien
nos sonríe en nuestras debilidades y siempre dispuesto a ayudarnos y a   
recibirnos en Vuestros brazos de amor.
 
Oramos, así, con toda la sinceridad y anhelo de nuestras almas, y,
confiando en Vuestro amor, damos a Vos toda la gloria y honor
y amor que nuestras almas finitas pueden dar.


 
Ésta es la única oración que los hombres necesitan ofrecer al Padre.  Es la única que apela al amor del Padre, y con la respuesta, que con seguridad vendrá, también vendrán todas las bendiciones que los hombres puedan necesitar, y que el Padre considere son para el bien de Sus criaturas. 
 
Tengo una estupenda conexión contigo esta noche, y veo que el amor del Padre está con ustedes, y que sus almas ansían más. 
Así pues, mis hermanos, continúen orando y teniendo fe, y finalmente vendrá un otorgamiento del amor, como aquél que vino a los apóstoles en Pentecostés. 
 
Ya no escribiré más por ahora. 
Al despedirme, les dejo mi amor y bendiciones, y la seguridad de que oro al Padre por su felicidad y amor. 

 

Buenas noches. 
Su hermano y amigo,
JESÚS

*  Amigo, L. R. Stone.